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Proyectos de Transmisión y Distribución para reducir las emisiones y la pobreza Energética

En términos generales, la electrificación es el proceso de desarrollo y aumento de la capacidad de generación y distribución eléctrica. La construcción de la generación y distribución de electricidad requiere un nivel significativo de inversión; por lo tanto, el aumento de los niveles de electrificación debe venir de la mano de una inversión sustancial en proyectos de transmisión y distribución.

Es ampliamente reconocido que un aumento en la electrificación ayudará a reducir las emisiones de carbon. Por ejemplo, el aumento de la electrificación reduciría la dependencia en pequeños generadores de diésel en los países en desarrollo y en las zonas rurales.

En los últimos años, el nivel de inversión en proyectos de transmisión y distribución ha ido aumentando constantemente y espera alcanzar alrededor de USD400.000 millones para el 2030, lo cual representa una tasa de crecimiento anual compuesta del 4% con respecto a los niveles del 2020. Este nivel de inversiones se traducirá en:

  • Mayor fiabilidad y adecuación en el suministro de electricidad para satisfacer la demanda de electricidad y la incorporación del incremento en generación renovable. Se estima que el 75% de la capacidad total añadida de generación en todo el mundo sea renovable
  • Incremento de la capacidad de los usuarios comerciales e industriales (C&I) y residenciales para beneficiarse de menores costos de electricidad, ya que la reducción de los costos de electricidad está impulsada por la creciente penetración de las energías renovables en el mix de generación
  • Acceso universal a la electricidad, ya que más personas podrán conectarse a la red; y
  • Reducción de las emisiones de carbono y cumplimiento con otros objetivos medioambientales ya que reducirá la dependencia de la generación de electricidad a través de combustibles fósiles

Los beneficios inherentes a corto, mediano y largo plazo de contar con una extensa y confiable red de transmisión y distribución están impulsando a muchos países a dedicar más recursos y promover la inversión en ese sector. No es de extrañar que las economías desarrolladas estén liderando el camino en la inversión en la red de transmisión y distribución tanto por razones económicas como medioambientales. La Administración de Información de Energía de Estados Unidos (EIA, por sus siglas en inglés) informó que las principales empresas de servicios públicos estadounidenses gastaron 40.000 millones de dólares solo en el sistema de transmisión eléctrica en 2019, con casi dos tercios de la inversión total dirigida a a nuevos proyectos. Lamentablemente, los países en desarrollo están rezagados en el nivel ir de las inversiones para modernizar y ampliar su red de transmisión y distribución. Por ejemplo, se espera que México siga reduciendo su nivel de inversión en transmisión y distribución como se muestra en el gráfico anterior.

Esta creciente brecha en los niveles de inversión en transmisión y distribución entre las economías desarrolladas y emergentes tiene dos graves consecuencias. En primer lugar, representa un gran riesgo para cumplir los ambiciosos objetivos de reducción de emisiones de carbono que se están adoptando y apoyando en todo el mundo, ya que reduce la oportunidad de las personas para acceder a electricidad barata y limpia y mantiene la dependencia de los países en desarrollo a los combustibles fósiles. En segundo lugar, aumenta los niveles de pobreza energética. El Foro Económico Mundial define la pobreza energética como la falta de acceso a servicios energéticos adecuados, asequibles, fiables, de calidad, seguros y respetuosos con el medio ambiente para apoyar el desarrollo socioeconómico.

Durante muchos años, los gobiernos y las ONG han estado promoviendo soluciones fuera de la red, como paneles solares en los países en desarrollo, para reducir los niveles de pobreza energética y reducir el uso de combustibles fósiles. Sin embargo, se necesitan más recursos para reducir significativamente los niveles de pobreza energética. En este contexto, los países desarrollados están proporcionando más apoyo financiero para proyectos de transmisión y distribución en países emergentes con entidades financieras e inversores dispuestos a hacer lo mismo. Por ejemplo, los Estados Unidos quieren recaudar hasta 3.000 millones de USD en ayuda financiera para proyectos de transmisión y distribución en África, que se espera aumenten la capacidad de generación en 30GW y se creen 60 millones de nuevas conexiones para1 2030

Como se ha demostrado históricamente, la inversión en transmisión y en la red de distribución es primordial para lograr una reducción de los niveles de emisiones de carbono, proporcionando acceso universal, asequible y confiable a la electricidad, y un mayor desarrollo socioeconómico. Como tal, debe haber un mayor compromiso para apoyar estos esfuerzos en particular de economías en desarrollo. Algunas personas pueden pensar que este tipo de inversiones condicionas aún más los recursos ya escasos de las naciones en desarrollo, sin embargo, los beneficios a largo plazo justifican las inversiones iniciales. Una solución a esta problemática sería una mayor participación del sector privado en proyectos de transmisión y distribución en lugar de depender únicamente de la financiación y gasto público. México es un excelente ejemplo para esta propuesta.

Las finanzas del Gobierno de México están abrumadas por los compromisos con PEMEX y CFE; y la reducción significativa de los ingresos fiscales debido al impacto adverso de la pandemia. Permitir el financiamiento del sector privado y su participación activa en proyectos de transmisión y distribución proporcionaría un alivio a las finanzas de México. Un ejemplo de esta cooperación público-privada sería reiniciar el proyecto de interconexión entre Sonora y Baja California Sur. Este proyecto ayudaría a las personas de este estado a beneficiarse mediante al acceso a una generación barata y limpia y disminuir su dependencia de la generación de combustibles fósiles.

México y otros países tienen numerosos desafíos en relación a la transmisión de energía y la reducción de emisiones de carbono, muchos de estos desafíos no pueden resolverse sólo a través de inversiones en transmisión y distribución. Sin embargo, no se puede negar la importancia de la energía a la hora de abordar los problemas ambientales, económicos y sociales de una nación. Estados Unidos y muchos otros países han aprendido que la transmisión eléctrica es fundamental para el crecimiento económico. Este esfuerzo ayudó a impulsar el crecimiento industrial de Estados Unidos y puede hacer lo mismo en otros países, al mismo tiempo que puede proteger al medio ambiente y proporcionar sustento muy necesario a quienes tienen menos recursos.

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