Tras la COP21, México se comprometió con la comunidad internacional a reducir sus emisiones de carbono. El gobierno de López Obrador tomó un camino que lo aleja de lo planteado en el 2015, en París; sin embargo, las energías renovables son una realidad que, tarde o temprano, se desarrollarán en el país. Cuatro expertas exponen dónde se encuentra México en esta materia y cuál sería el panorama de no llegar a tiempo a esta transformación energética.
En 2010, México se veía a nivel internacional como una promesa para luchar en contra del calentamiento global. Las políticas nacionales aunadas a los compromisos internacionales le permitieron recibir fondos de cooperación internacional en materia de cambio climático y en 2017 ostentaba el menor precio en las subastas solares, abriendo el mercado de energías renovables y atrayendo grandes capitales al país. A México, por lo tanto, se le veía como modelo en términos de vanguardia y costo-competitividad.
La situación actual es otra. No sólo economías emergentes, como China o la India, han tomado el liderazgo disminuyendo considerablemente sus emisiones de gases de efecto invernadero, también otros países de América Latina, como Chile o Colombia, han superado a México al registrar un impacto importante en atracción de capitales, cooperación internacional en materia climática y conservación de la biodiversidad.
Sus características sitúan a México como potencia natural para la generación de energía solar, eólica, geotérmica y de biomasa, sin pasar por alto la hidráulica, a cargo de la Comisión Federal de Electricidad (CFE); no obstante, las políticas públicas y los cambios a la ley han obstaculizado su desarrollo.
Para cumplir con sus compromisos internacionales y desarrollar su potencial, “habría que echar para atrás las últimas legislaciones que limitan la participación probada, la ley de hidrocarburos y otras similares; tendría que volverse a las subastas que nos llevaron a tener el menor precio de energía solar en el 2017 y la apertura de mercado en energías renovables que hicieron posible que grandes capitales llegaran a México, así como reducir los subsidios agropecuarios y enfocarse en pagos por servicios forestales que detengan la deforestación y eviten la pérdida de capital ambiental”, explica Vanessa Pérez-Cirera, Subdirectora Global del Programa de Clima y Energía de WWF-Internacional.
Y es que el costo de no adoptar hoy las energías renovables no sólo afecta la viabilidad del planeta a mediano y largo plazo, también es un tema de justicia social.
“Como economista, entiendo el problema de cambio climático como desigualdad intrageneracional e intergeneracional, el gobierno ve la rentabilidad política y no la socioambiental de sus decisiones. Invertir en energías renovables es un ganar, ganar, ganar porque hay ganancia social, ambiental y económica. Coartar su crecimiento no sólo va en contra de la actitud cooperativa sino en detrimento de todo lo anterior”, puntualiza.
Paraíso para energías renovables
En términos de viabilidad, México reúne las condiciones para desarrollar casi todos los campos de las energías renovables. De hecho, en 2017, la Secretaría de Energía publicó el Atlas Nacional de Zonas con Alto Potencial de Energías Limpias (AZEL) con información sobre las áreas geográficas con alto potencial de aprovechamiento para la generación de energía solar, eólica, geotérmica y de biomasa.
De acuerdo con la doctora Karla Cedano Villavicencio, Secretaria de Gestión Tecnológica y Vinculación en el Instituto de Enegías Renovables (IER) de la UNAM y Presidenta de la Asociación Nacional de Energía Solar, México es una potencia en energía solar fotovoltáica y solar fototérmica por contar con un gran territorio con alta irradación solar. Aunado a ello, desde hace 40 años se realiza investigación en esta materia y en el sexenio pasado se creó una red interdisciplinaria en la que participan más de 1,300 personas con el fin de hacer investigación y desarrollar tecnología aplicada.
“La energía solar no necesita grandes extensiones, puede aprovecharse en techos o cobertizos que generen suficiente electricidad. En el IER, por ejemplo, se está haciendo sombreado con páneles fotovoltáicos en cultivos; es decir, se remplaza la malla sombra por tiras que generan electricidad y el agua que se evapora de la tierra se conserva en los páneles manteniéndolos frescos”, explica.
Otro factor que indica su viabilidad es el interés de distintas compañías para operar en México. “Antes de que se modificara el marco institucional y legal de la generación de renovables, ya existía interés de distintas compañías para operar en el país porque tiene condiciones ideales para casi todas las energías renovables”, afirma la doctora Alejandra Elizondo Cordero, Investigadora del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE) y especialista en Energía y Cambio Climático.
Para María José Treviño, directora general de Acclaim Energy en México, una firma consultora enfocada en diseñar, implementar y negociar estrategias de suministro eléctrico en mercados desregulados, la posición geográfica es privilegiada para las energías eólica y solar porque hay recurso constante.
“El costo de la energía eólica bajó al 50% en la última década, la solar se redujo al 80% en el mismo periodo y se espera que disminuya entre 15 a 35% más en próximos años”, explica.
Asimismo, existe demanda por parte del consumidor que seguirá creciendo año con año para cumplir con las metas de sutentabilidad a nivel internacional.
En materia de energía hidráulica, Elizondo Cordero establece que las mini hidros son buenas soluciones de baja capacidad, con potencial social, para comunidades alejadas, pues disminuyen la carga a la red de distribución hacia esas localidades.
“En este momento contamos con increíbles ventajas: el potencial y que ya pasamos la doble curva de aprendizaje; es decir, México se sube [al desarrollo de energías renovables] cuando su costo va de caída y son las más baratas del mercado, esto se convierte en la fórmula ideal para que el país incremente su generación de energías limpias”, dice Elizondo.
Y es que México se beneficiaría de décadas de investigación y desarrollo a nivel mundial pues en la actualidad las empresas conocen el negocio y la tecnología facilitando su implementación.
“La capacidad de generación supera el 20% en México. En el 2020 ya se contaba con alrededor de 10 gigaWatts (GW) de generación solar y eólica representada por 100 proyectos a gran escala pero se requiere duplicar el volumen para cumplir con nuestras metas para el 2030”, agrega Treviño
En los últimos años, la generación distribuida menor a 500kiloWatts (kW) ha crecido a nivel exponencial, sin embargo, faltan políticas públicas claras, reglas justas que incentiven la inversión y aseguren la existente para que el consumidor quiera participar en estos esfuerzos.
Agenda 2030
A pesar de los cambios en materia energética con el actual gobierno, México no ha modificado sus objetivos ambientales y para alcanzar las metas propuestas para el 2030 y el 2050, las especialistas consideran indispensable la participación del sector privado.
“La CFE tiene números rojos en generación pero es eficiente en transmisión. Aquí se abre la posibilidad para nuevas empresas que generen energía limpia y se empaten los compromisos y objetivos del país de cambiar de fósiles a energías que no afecten al medio ambiente”, señala Elizondo Cordero, quien asegura que la transición a energías renovables es un movimiento mundial que no dará marcha atrás.
“México está llegando en el momento preciso, cuando es barato y no se requieren mayores inversiones por parte del país, así que tenemos la mesa servida. El peligro es llegar más tarde, cuando sea más caro y no se aproveche la tecnología que está a nuestra disposición. Ahora lo más caro es lo que más contamina y tendremos infraestructura obsoleta cuando México decida mudarse a renovables”, asegura.
Para cumplir con las metas propuestas se deben establecer políticas públicas que den certidumbre e impacten en el futuro, opina María José Treviño, ya que es necesario duplicar las cifras de generación de energía solar y eólica en los próximos 10 años. Y es que, a diferencia de otros países de la región, las especialistas coinciden que en México hay una visión muy a corto plazo y falta de estrategia donde el Estado no puede competir con los costos del sector privado ya que no cuenta con la eficiencia ni el capital para desarrollarla.
Cedano Villavicencio es optimista al señalar que las metas serían alcanzables siempre y cuando gobiernos estatales e instituciones privadas desarrollen pequeños parques locales para la generación de energía.
“Para satisfacer la demanda, tenemos que trabajar en conjunto todas las industrias renovables, necesitamos comunicarnos mejor con el sector social que es quien tiene las necesidades energéticas. Estamos malacostumbrados a la organización federal y conseguiremos mejores resultados si trabajamos localmente; ejemplo de ello son Querétaro e Hidalgo que tienen clústers energéticos”, señala la presidenta de la Asociación Nacional de Energía Solar.
Energías fósiles y participación ciudadana
Las especialistas coinciden en que el fin de los combustibles fósiles llegará, pero no a corto plazo.
Para el gas natural o la gasolina seguirá habiendo demanda pero es un sinsentido construir refinerías en zonas inundables cuando ya van de salida. “Tenemos una discusión pendiente sobre qué haremos con nuestros hidrocarburos. México, en su lucha contra el cambio climático, debería abrir la discusión en los foros para empatar los objetivos de crecimiento”, sugiere Elizondo Cordero.
Y si se sigue promoviendo el uso de combustibles fósiles, asegura Treviño, las repercusiones serán costos más altos para el consumidor final, menos generación de empleo, menor derrama económica, así como el alto costo en la salud pública.
Como sociedad civil, Treviño, Elizondo y Cedano recomiendan involucrarnos y tomar el problema en nuestras manos, ya sea modificando nuestro entorno invirtiendo en energías renovables en el hogar, estableciendo foros de participación y discusión en los que aseguremos el bienestar de las generaciones futuras y demandando a los poderes ejecutivo y legislativo leyes que aseguren una mejor calidad del aire que respiramos.
Texto de María Eugenia Monroy