La expertos en energía pronostican que la demanda de electricidad en México crecerá en promedio 3% anual durante los próximos años. De materializarse, implicará un crecimiento de ésta de más del 50% durante los próximos 15 años, satisfacer lo anterior es un desafío para cualquier región o país. La mayor parte de la responsabilidad recaerá en la CFE, la Empresa Productiva del Estado, ya que con los recientes anuncios de política energética se han restringido los mecanismos legales que habían estado facilitando la participación del sector privado en la generación de energía eléctrica. Desafortunadamente, el gobierno federal también ha manifestado poca voluntad para permitir la participación del sector privado en la transmisión y distribución de electricidad a través de asociaciones público-privadas en transmisión, dónde mantiene un monopolio. Como resultado de lo anterior, se estima que la CFE necesitará una inversión de alrededor de 15 mil millones de dólares en diversos proyectos de generación, transmisión y distribución en los próximos cinco años para poder atender el incremento de la demanda.
En los últimos años, la CFE ha experimentado importantes cambios en su estructura corporativa que todavía no han demostrado beneficios tangibles desde un punto de vista financiero y de eficiencia. Sin duda, estos cambios han proporcionado más autonomía y mejor gobierno corporativo a la EPE. Sin embargo, el mayor desafío actual es acreditar que el nuevo marco legal y corporativo puede generar mayores ganancias, reducir costos y proporcionar mejores servicios para todos los consumidores. A pesar de la mejora en sus resultados financieros, la CFE todavía no ha podido demostrar que esté en condiciones de mantener sus finanzas sanas en un escenario de alta inversión a través del tiempo.
Considerando el actual escenario económico, las opciones estratégicas de CFE parecen limitadas. El dinamismo económico ha disminuido y la política fiscal ofrece poco margen de maniobra, debido a la necesidad de fortalecer la calificación crediticia soberana. Por otro lado, nuestra política monetaria está reduciendo su postura restrictiva. Sin embargo, es muy probable que las tasas de interés internas mantengan sus altos diferenciales con respecto a los de los EE.UU.. Además, cada vez parece más seria la amenaza de que se avecina una recesión global o, al menos, en nuestro vecino del norte. Esto, junto con la incierta ratificación del nuevo tratado de libre comercio entre EE.UU., Canadá y México, añadirá incertidumbre a las perspectivas de la economía mexicana, lo cual limita las posibilidades de financiar el programa de inversión de la CFE.
Bajo estas condiciones y tomando en consideración las limitaciones reales de la CFE para reducir sus gastos operativos, se vislumbran tres opciones para financiar crecientes requisitos de gastos de capital: aumentar los ingresos, una significativa inyección de capital por parte del Gobierno o mayor emisión de deuda, directa o indirectamente.
El aumento de los ingresos requeriría indudablemente un incremento en las tarifas eléctricas. No obstante que no hay un gran apetito por aumentar los pagos por el servicio eléctrico. Las tarifas industriales de México siguen siendo más altas que las pagadas por las empresas en los EE.UU. y mantener el camino hacia la convergencia con nuestros socios comerciales es crucial para la competitividad mexicana. En cuestión a las tarifas residenciales, es muy poco probable un incremento de éstas ya que, primero, es un tema muy sensible desde el punto de vista político y, segundo, su impacto en los ingresos es menor porque las tarifas residenciales solo contribuyen al 30% de los ingresos de CFE. El 70% restante de los ingresos provienen de los consumidores industriales y comerciales, que solo representan el 10% de los clientes de la CFE.
Una importante inyección de capital también parece poco probable, dadas las limitaciones financieras del presupuesto. Lo anterior, considerando que el aumentar los pasivos de la CFE agregaría una presión adicional a la percepción del riesgo crediticio de nuestro país. Esto podría contribuir a un descenso de la calificación crediticia soberana de México, lo cual iría en contra de la establidad económica.
En base a lo anterior, es evidente que la CFE no tiene ni tendrá las capacidades financieras para abordar todas las deficiencias actuales en temas de transmisión, distribución y generación para satisfacer el aumento esperado de la demanda. Además, las inversiones del sector privado en la generación de energía no están alcanzando los niveles requeridos debido al deterioro en el ambiente regulatorio y dada la falta de mecanismos a largo plazo para atraer estas inversiones. Bajo el escenario actual, la presión para aumentar las tarifas industriales persistirá, lo que expone a los consumidores Industriales y Comerciales a mayores riesgos financieros e incertidumbre presupuestaria.
Para los consumidores Industriales y Comerciales, una forma de abordar el riesgo financiero y la incertidumbre actual es buscar activamente alternativas de suministro, alejándose de CFE Suministro Básico para, de este modo, reducir los costos de energía y seguir siendo competitivos. Afortunadamente, el mercado actual de electricidad en México ofrece a los usuarios comerciales e industriales alternativas menos costosas y más confiables de suministro, a través de proyectos de generación distribuida y abasto aislado o cambiando de suministrador ya sea en autoabasto o en Suministro Calificado. Además, un número cada vez mayor de grandes consumidores están considerando esta opción, ya que reduce la dependencia en CFE y ayuda a mitigar su riesgo financiero con respecto a los costos de energía antes de que sea demasiado tarde. Sería prudente que los altos ejecutivos de las empresas exploren esta alternativa para ayudar a mitigar el riesgo y lograr menores costos de energía, al mismo tiempo que mejoran la confiabilidad y la sustentabilidad.