Para muchos pareciera como si la misión de abordar el cambio climático recién comienza, pero comenzó hace algunos años en Río de Janeiro durante el año 1992. Desde entonces, el movimiento para proteger el planeta ha crecido, y más personas reconocen que la temperatura de la tierra se está calentando. Esto anterior es una amenaza para los seres humanos, los animales y el planeta. Por lo tanto, se están promoviendo pasos para cambiar la forma en que vivimos y trabajamos con el fin de mitigar las emisiones de gases de efecto invernadero.
La COP26 (Edición 26 de la Conferencia de las Partes) tuvo lugar recientemente con la asistencia de funcionarios electos y empresas mundiales.
El Acuerdo de París firmado en 2015 busca compromisos más ambiciosos para proteger el planeta;
- Promover acciones que limiten el calentamiento global por debajo de los 2°C (Hoy 1.5°C)
- Definir leyes y políticas para educar e impulsar cambios de comportamiento en la sociedad y la comunidad empresarial para modificar la forma en que se compran y usan la energía
- Promover la transición a economías bajas en carbono y desarrollo sostenible
Apostar por la neutralidad climática, significa una transformación económica y social que depende de las decisiones que tomemos hoy y que impactarán nuestro futuro. Por ello, los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) buscan conciliar el clima, con el objetivo de acabar con la pobreza y aumentar el acceso a energía asequible y no contaminante, ya que la desigualdad hace que las personas sean mucho más vulnerables a los efectos del cambio climático. Para lograr estos objetivos, se están tomando medidas para instituir el apoyo financiero y técnico, para aumentar su adopción y aplicación de las mejores prácticas.
Desafortunadamente México se encuentra entre los 15 países más contaminantes del mundo según el Global Carbon Atlas, con 439 millones de toneladas de CO2 (MtCO2) emitidas anualmente, después de Brasil (466 MtCO2) y Sudáfrica (479 MtCO2). Además, 7 de cada 10 mexicanos son vulnerables al cambio climático debido a la ubicación geográfica del país, volviéndose particularmente frágiles por eventos externos hidrológicos y meteorológicos.
Las comunidades más vulnerables al cambio climático se encuentran en la costa, en las llanuras aluviales y en las laderas de las montañas. El 15% del territorio nacional, es decir el 68.2% de la población mexicana, y el 71% del Producto Interno Bruto (PIB) tienen alta probabilidad de ser seriamente impactado por el cambio climático, consecuencia de la quema de combustibles fósiles.
1 http://www.globalcarbonatlas.org/global-carbon-cities
2 World Bank Global Framework for Disaster Risk Reduction, as quoted in Programa Especial de Cambio Climatico 2009- 2012, Gobierno Federal de Mexico, 2009.
En este contexto, México tiene una gran responsabilidad y oportunidad de reducir las emisiones al 2030. Desde 2016, México se comprometió a reducir las emisiones en un 20%, aunque para el 2020 las metas siguen siendo las mismas, por lo que enfrenta un fuerte desafío en el logro de esa meta. Por las inversiones en nuevas refinerías y la propuesta de priorizar los combustibles fósiles como principal fuente de energía no es favorable para el país.
El laboratorio nacional de energías renovables de Estados Unidos, estima que de aprobarse la propuesta de Reforma Energética, México aumentaría las emisiones de CO2 de 26% a 65%, y aumentaría los costos de generación entre 32% y 54%. Eso significa que si México no adopta de manera agresiva las fuentes renovables y promueve programas más ambiciosos, no podrá cumplir con sus compromisos globales.
Según la Secretaría de Economía, México tiene varios acuerdos que se han suscrito con 50 países diferentes, entre los más importantes se encuentran el T-MEC (Acuerdo Estados Unidos- México-Canadá) y el Tratado de Libre Comercio México-UE (TLC México-UE).
El incumplimiento nos hará vulnerables a litigios internacionales, recordemos que, a lo largo de los años, la Inversión Extranjera Directa (IED) ha sido una plataforma para la economía mexicana. Los recursos de IED tienen el potencial de impulsar la creación de empleo, la innovación tecnológica y la competitividad global. Para garantizar que este escenario prevalezca en el tiempo, se deben tomar ciertas medidas que incluyen más incentivos económicos, leyes y sanciones por incumplimiento.
Muchos especulan que las reformas energéticas propuestas tendrían un impacto adverso en la competitividad de las empresas privadas, sus objetivos ESG y un impacto negativo en la inversión extranjera.
A pesar de las reservas de combustibles fósiles que pueda tener un país, debe prevalecer el compromiso de evolucionar en cuanto a solucionar la descarbonización.
México estaría mejor si considerara planes más rigurosos y ambiciosos enfocados en la sustentabilidad, no solo por sus compromisos de cumplir con sus promesas internacionales sino como parte de su recuperación económica. Si nosotros, como nación, invertimos en proyectos de energía renovable, ayudaremos a mitigar los problemas de salud pública debido a la mala calidad del aire, los desastres naturales y evitaremos posibles litigios internacionales, solo por mencionar algunos.