Ante un entorno negativo, México ha visto su economía afectada desde distintos frentes, por lo que las empresas también se ven impactadas de manera desfavorable. Una vez que se reactive la actividad económica del país de manera permanente, habrá un periodo gradual de reactivación para muchas de ellas, las cuales indudablemente tendrán que llevar a cabo medidas de mitigación por el daño transcurrido en los meses anteriores. Esto lo tendrán que hacer para asegurar la supervivencia del negocio. La pregunta es, ¿Cómo identifico los cambios que debo realizar y cómo los ejecuto lo más eficientemente posible sin que me cueste?
Típicamente las empresas optan por medidas convencionales como reducción de la fuerza laboral y de los insumos para apoyar a la baja de liquidez. Raramente se voltea a ver el presupuesto energético aunque sea de los cinco principales costos, y esto sucede porque es difícil deshacer y re-armar correctamente el rompecabezas de todos los elementos que conlleva la optimización de su presupuesto energético. A raíz del COVID-19, existen mayores oportunidades de generar ahorro en este rubro. Lo ideal es comprender dónde se encuentran parados, hacia dónde va la empresa, cómo son sus contratos y qué flexibilidad existe para optimizar con las condiciones prevalecientes en el entorno regulatorio actual. Después de que los ejecutivos claves y las áreas involucradas en la empresa entiendan los elementos en juego, restaría ejecutar la estrategia y medir sus efectos de manera proactiva y eficiente.
La clave para realizar este proceso es ir de la mano de un consultor para identificar plenamente todos los elementos que juegan detrás del rompecabezas. El conocimiento de estos elementos típicamente no se encuentra cuando no se tiene la asesoría de un profesional del ramo, ya que las empresas grandes consumidoras de energía se desempeñan en muy distintos giros, por ejemplo, en manufactura de piezas automotrices, fundición e inyección de plásticos, acero, minas y administración de hoteles o desarrollos comerciales. Llevar a cabo este proceso solos, podría ser letal para una empresa ya que existen riesgos que son difíciles de detectar y de traducir en su posible impacto financiero.
Alrededor del 80% de las empresas en mercados desregulados americanos y europeos, contratan a consultores para llevar a cabo estas tareas porque reconocen que no es su área de expertise. Aun cuando los mercados llevan años abiertos a la competencia, funcionan, tienen liquidez y están mucho más desarrollados y estables, han determinado esta necesidad de integrar a un experto en la materia para acompañar a su equipo.
Los consultores indudablemente son remunerados pero no son un costo, son una necesidad y un puente para lograr resultados financieros favorables a través de cambios puntuales que optimizan contratos, eficientizan el consumo, mejoran el precio y apoyan al cumplimiento regulatorio en tiempo y forma. El conocimiento detrás de un equipo de consultores es formado por años de experiencia de ver tantos contratos con diferentes características técnicas y riesgos, pero sobre todo de trabajar con muchos clientes enfocados a lograr el mismo objetivo bajo situaciones particulares. Esta diversidad de conocimientos enriquece la asesoría que se brinda a las empresas. Un consumidor de energía paga por aprovechar del mejor talento, cuyo costo se divide entre tantos clientes, volviendo la contratación más rentable. El servicio también es limitado en tiempo, lo cual establece un plazo de terminación según el proyecto.
Cuando una empresa decide emprender el proyecto sin apoyo externo, existe una curva de aprendizaje que puede tomar años y realmente será costosa por el plazo y los recursos dedicados. Además, en este lapso de tiempo es difícil que un par de personas adquieran suficiente conocimiento y por consecuencia, estarán mayormente expuestos a riesgos y equivocaciones por la falta de entendimiento de todos los componentes que juegan en estos procesos. Por lo tanto, el costo puede ser exponencial y medible solo hasta que las acciones ya estén ejecutadas y sea ya muy tarde para corregir. En cambio los consultores monitorean el mercado diariamente, siguen el desarrollo de regulaciones y trabajan con los diversos proveedores que cuentan con capacidades técnicas y económicas para entregar resultados. Al contratar un servicio de consultoría, deben buscar un grupo de líderes de industria con alto nivel de experiencia que brinde soluciones imparciales y que conozca cada paso del proceso de principio a fin. Con “fin” no me refiero a ejecutar una transacción, sino a realmente poder dar una continuidad a los resultados. Es decir, ¿qué pasa después de haber realizado una licitación de proveedores potenciales, haber hecho análisis y llevado a cabo negociaciones para la firma de un contrato? O bien, ¿qué pasa después de haber realizado los estudios de cumplimiento de Código de Red o después de haber adquirido los equipos?
Para que una inversión en consultoría sea justificada, es importante poder tener resultados medibles y que esté presente el consultor durante el proceso de medición con el fin de tomar acción y corregir si no se está logrando lo deseado. Existen distintas maneras de asegurar esta alineación con el consultor y una forma común es a través de la estructura de compensación.
Existe un sinfín de medidas que se pueden realizar entorno a la optimización y manejo estratégico de un presupuesto energético. Algunas empresas en México han logrado hasta un 40% de ahorro. La clave es ir de la mano de un experto para lograr identificar los riesgos y áreas de oportunidad, tener capacidad de análisis y conocimientos técnicos para llevar a cabo estos cambios. Y, sobre todo, que los cambios sean medibles a través del tiempo. La inversión en un consultor es una necesidad para lograr descubrir valor oculto en procesos o costos de insumos claves. El ahorro puede ser de millones de dólares anuales o mensuales dependiendo del volumen de consumo energético y las medidas y soluciones aplicadas.
La crisis de la pandemia trae consigo retos que llevarán a las empresas a buscar su supervivencia, llevándolas a evaluar cautelosamente su presupuesto, en el cual es crucial contar con una partida para proyectos de consultoría que les vayan a multiplicar los beneficios al generar ahorros y contribuir a las finanzas y solidez de la empresa.