En los últimos 24 meses, los directores ejecutivos han tenido que arreglárselas desde la trinchera del cambio y la adversidad, desde una pandemia persistente, una temporada de invierno récord, la división política hasta un cambio en la Casa Blanca, por nombrar algunos. Sin duda, estos son tiempos sin precedentes, ya que las “reglas de juego” relativas a la pandemia parecen cambiar diariamente afectando a todos los segmentos de nuestra sociedad. Una de las nuevas realidades, aunque no tan novedosa como el Coronavirus, es el tema de ESG (Medio Ambiente, Social y Gobernanza, por sus siglas en inglés) que también está teniendo un impacto sin precedentes en las empresas.
El movimiento ESG proporciona un marco que llama a los inversionistas a evaluar y analizar el impacto general que la empresa tiene en sus comunidades, el medio ambiente y el mundo, mucho más allá de los rendimientos financieros de la misma. Aparentemente evolucionó de un distante “concepto irrelevante” en los Estados Unidos a una cruda realidad en cuestión de 3 años; sin embargo, se mencionó por primera vez en 2006 en los Principios de inversión responsable de las Naciones Unidas. Hoy en día, el ESG ha transformado los criterios con los que se juzga el civismo corporativo, y aquellos líderes empresariales que no la tomen en serio se darán cuenta rápidamente de que ya no es opcional, sino que se requiere para seguir siendo viable y competitivo.
ESG no es un mandato del gobierno, sino una disciplina de inversión socialmente responsable, adoptada por los inversionistas institucionales internacionales, que migró a los mercados de capitales de EE. UU. y, en última instancia, afectó a los socios de capital privado con exposición a la producción de petróleo de esquisto. Con Estados Unidos declarando recientemente su “independencia energética”, los vientos de cambio se invirtieron abruptamente. Los mercados de petróleo y gas estaban anémicos mucho antes del inicio de la pandemia de COVID, pero entre marzo y abril de 2020 la demanda mundial de hidrocarburos se detuvo abruptamente. Los mercados de gas natural y crudo estaban sobre abastecidos, y los precios estaban cayendo.
[1] Forbes – ‘DeESG desconcertante: Su Historia & Estado actual’, junio de 2020
¿Cómo una empresa de la industria petrolera, que extrae, transporta, refina y/o vende hidrocarburos, obtiene la gracia de los jueces ESG, como son los consumidores, ONG’s, funcionarios gubernamentales, líderes sociales, etc.?
Las empresas del sector de combustibles deben preocuparse por su imagen ahora más que nunca. Los hidrocarburos no van a desaparecer en el corto plazo. La ‘electrificación de todo’, está promoviendo los vehículos eléctricos (EV) como un esfuerzo de descarbonización programando la desaparición del motor de combustión interna. La transición a fuentes renovables para la generación de energía no se producirá de la noche a la mañana. Hasta que el almacenamiento de baterías se vuelva económicamente viable para cerrar la brecha, el gas natural seguirá siendo el combustible de transición que respalde la naturaleza intermitente de la energía fotovoltáica y elléctrica. No todo el mundo entiende por completo lo dependientes que somos de los productos petrolíferos, pero lo somos, y las empresas petroleras seguirán presentes durante muchos años. Entonces, ¿cómo se las arreglan las compañías de energía de petróleo y gas para convertirse en la mejor versión de empresa socialmente responsable que pueden lograr?
Afortunadamente, hay muchas ‘Compañías de Energía’ que están tomando iniciativas para reinventarse. Se están volviendo innovadores concientizándose y progresando hacia operaciones más amigables con el medio ambiente. Otras están invirtiendo en empresas de combustibles renovables o en proyectos de descarbonización como nuevos emprendimientos. No significa que estén eliminando los combustibles fósiles, pero están proporciona un equilibrio en la huella de carbono, al tiempo que mejoran la imagen de su marca. Aunque, la categoría Afortunadamente, hay muchas ‘Compañías de Energía’ que están tomando iniciativas para reinventarse. Se están volviendo innovadores concientizándose y progresando hacia operaciones más amigables con el medio ambiente. Otras están invirtiendo en empresas de combustibles renovables o en proyectos de descarbonización como nuevos emprendimientos. No significa que estén eliminando los combustibles fósiles, pero están proporciona un equilibrio en la huella de carbono, al tiempo que mejoran la imagen de su marca. Aunque, la categoría ‘Ambiental’ de ESG es donde las compañías relacionadas con el petróleo son más escudriñadas, cada categoría en ESG (Ambiental, Social y Gobernanza) conlleva sus propios desafíos que también tendrán que ser abordados.
[1] WSJ – ‘La electrificación de todo: lo que necesitas saber, mayo de 2021
Entonces, ¿por dónde empieza la empresa? Las empresas no pueden mejorar lo que no miden. Deben realizar una evaluación en profundidad de cada aspecto de sus operaciones, su cultura, su gobernanza y su impacto en la sociedad. La conclusión es que, para abordar el cumplimiento de la ESG, las empresas de energía deben adoptar un enfoque proactivo medible, evaluar sus prácticas actuales y administrar todas las áreas de la misma manera que lo hacen con su proceso estratégico en su negocio principal.
Hay tecnologías disponibles hoy en día para empresas comerciales e industriales que pueden desbloquear valor oculto en áreas que pueden NO haber sido previamente escrutadas, como el consumo de energía, por ejemplo. La cadena de valor de la energía es más grande que la mayoría de las otras oportunidades de ahorro y resultará en mayor eficiencia, mitigará los riesgos y reducirá los costos operativos que conforman la propuesta de valor.
Si las empresas cambian la forma en que piensan sobre la ‘nueva normalidad’ se darán cuenta rápidamente de que responder a la llamada de ESG es la única forma en que su empresa seguirá siendo competitiva en el mercado actual.
La adopción de la gestión de los principios ESG permitirá:
• Mejorar el valor de la empresa
• Mitigar los riesgos
• Mejorar el acceso al capital
• Reducir el costo de capital
• Mejorar la credibilidad
• Fortalecer las relaciones con clientes, empleados y socios
• Reducir los costos operativos
• Reducir la huella de carbono
• Mejorar la reputación de tu marca.
Aunque aquí hay muchas inconsistencias en los estándares de presentación de informes y cómo se determinan las puntuaciones de sostenibilidad, el ESG está evolucionando cada día. Los estándares pronto serán establecidos si no por la legislación, entonces por la SEC en los próximos meses. Aunque, esto no es un mandato del ‘gobierno’ actual, es un mandato del mercado internacional que podría costarle si no tiene un plan para monitorear, gestionar y mostrar el progreso. El esfuerzo debe ser intencional, y la presentación de informes debe ser transparente y basarse en el rendimiento; una página splash en el sitio web de la compañía ya no será suficiente.